El enfoque del Círculo hacia Un Curso de Milagros
La base de todo lo que hacemos en el Círculo Reparador es un enfoque particular de Un Curso de Milagros, uno que se ha desarrollado con el tiempo y que, de hecho, aún está en desarrollo.
No hay duda de que el Curso es difícil de comprender para nuestras mentes. Al tratar de comprenderlo uno puede sentirse perdido en un laberinto gigante. Una sola frase a menudo contiene múltiples términos usados de forma no estándar, expresando múltiples ideas desconocidas. Y hay más de mil páginas de frases como esa. ¿Qué es lo que hacemos?
El enfoque convencional
Habiendo estado activo en la comunidad del Curso durante casi cuarenta años, siento que lo principal que hemos hecho, hasta ahora, es una respuesta humana perfectamente natural. Simplemente no creo que sea la respuesta correcta. Podemos ver que el enfoque convencional consiste en dos partes estrechamente relacionadas.
1. Ver el curso a la luz de nuestras expectativas
Una parte de esta respuesta es proyectar en el Curso nuestras expectativas y concepciones previas. Cuando abrimos el Curso, nos enfrentamos a una montaña de verborrea difícil. Las frases parecen impenetrables. Terminamos una sección y no tenemos ni idea de lo que hemos leído. Necesitamos desesperadamente una llave para abrir estas palabras. Así que naturalmente nos dirigimos a lo que hemos recogido ahí fuera, lo que hemos oído de los profesores y estudiantes del Curso y de las enseñanzas espirituales en general.
Luego tomamos este cuerpo de ideas y actitudes y lo volcamos en las frases y párrafos que leemos. Hemos oído, por ejemplo, que sólo se trata de cambiar nuestra propia mente, y así cuando leemos “La única responsabilidad del obrador de milagros es aceptar la Reparación para sí mismo” (C&A T-2.VIII.5.1), naturalmente pensamos, “Ah, aquí está el Curso diciendo que sólo se trata de mi mente” (mientras que convenientemente pasamos por alto el término “obrador de milagros”, que se refiere a alguien que obra milagros para otros).
El problema con este enfoque es que interpretar algo a la luz de nuestras concepciones previas es lo que el Curso quiere decir con “La proyección da lugar a la percepción” (C&A T-21.I.1:1). Equivale a ver algo como esperamos que sea y queremos que sea, en lugar de como es.
No es sorprendente que el autor del Curso, quien creo que es Jesús, muestre preocupación de que hagamos esto mismo con él. Nos anima a no interpretar el Curso basándonos en nuestra familiaridad con el Nuevo Testamento (ver C&A T-6.I.23:2-3), las enseñanzas de Edgar Cayce (ver Cameo 15), o nuestro propio ego (C&A L-196.2:2-4). Debido a que podemos ser tan “inventivos cuando se trata de tergiversar los símbolos” (C&A T-3.III.6:3), Jesús nos pide que “leamos estas enseñanzas cuidadosamente” (C&A T-4.I.8:8) y que “no leamos esto a la ligera o erróneamente” (C&A M-29.7:3). En un aparte personal a Helen y Bill después de uno de los principios de los milagros, dijo, “Tengan mucho cuidado al interpretar esto”.
Puedes entender por qué necesitaríamos tales precauciones sobre malas interpretaciones. Dada la naturaleza humana, podríamos fácilmente terminar pegando sobre el Curso nuestras propias ideas y las que hemos recogido de varios maestros, libros y tradiciones, hasta el punto de que el Curso mismo sea apenas visible bajo todas las capas. Después de todo, ¿no es eso lo que hicimos con el propio Jesús?
2. Reducir el Curso a una simple fórmula
La otra parte de nuestro intento de controlar el Curso es tratar de reducirlo a una simple fórmula. Cada estudiante del Curso está en busca de esa fórmula y cada profesor del Curso se supone que debe suministrarla. Hay muchas fórmulas diferentes, por supuesto, pero la plantilla básica es más o menos la misma. La fórmula debe contener algunas ideas que idealmente pueden ser comprimidas en una o dos frases.
Este deseo de simplificar es una tendencia inherente a la mente humana, de la que Jesús habló. En la guía que condujo al suplemento del Curso, El Canto de la Oración (se puede encontrar en Ausencia de Felicidad, de Ken Wapnick[1], pp. 491-492), él habló del proceso de formulación de nuestras oraciones, en el que condensamos un sentido más general de nuestras necesidades en las palabras específicas de una petición dentro de nuestros rezos. Esto, dijo Jesús, es un intento “de limitar, y al limitar, hacer más manejable una vasta área de experiencia”. ¿No es esto lo que impulsa nuestra búsqueda de una fórmula simple para el Curso, la necesidad de “hacer más manejable una vasta área de experiencia”?
Jesús continúa criticando esta necesidad en relación con la oración: “Pero eso significa manejable por ti. Para muchos aspectos de la vida en este mundo eso es necesario. Pero no para pedir”. ¿Podríamos quizás añadir a esto, “Pero no para Un Curso de Milagros“?
Después de todo, mientras condensamos el Curso en forma “manejable”, estamos tomando un enorme número de decisiones subjetivas sobre qué incluir y qué dejar fuera. Estas, a su vez, inevitablemente estarán guiadas e influenciadas por los mismos prejuicios inconscientes de los que el Curso trata de liberarnos. ¿Cuáles son las probabilidades de que la fórmula así producida refleje con precisión el Curso?
Como resultado, reducir el Curso a una simple fórmula no es tan diferente de verlo a la luz de nuestras preconcepciones. El resultado de ambas es el mismo: terminamos viendo en el Curso lo que nuestros propios prejuicios y expectativas han proyectado sobre él. Vemos más el contenido de nuestras propias mentes que el propio Curso.
El enfoque del Círculo
Nuestro enfoque en el Círculo es hacer más o menos lo contrario de lo que describo arriba. En lugar de ver en el Curso lo que inconscientemente hemos proyectado en él, tratamos de sacar y discernir lo que el Curso en sí mismo está diciendo realmente. Con cualquier libro, quieres averiguar lo que el autor está tratando de decir. Pero ¿cuánto más si crees que el autor es Jesús, si aceptas la afirmación de que “Este Curso ha venido de él” (C&A M-23.7:1)? En ese momento, ¿no te aferrarías a cada una de sus palabras? ¿No querrías dejar a un lado tu antigua visión del mundo y abrir tus oídos a su nuevo mensaje?
Nuestro enfoque de extraer el significado pretendido puede ser resumido en dos puntos que son las contrapartes de los que describí anteriormente.
1. Dejando de lado nuestras concepciones previas y tratando de discernir cuidadosamente lo que realmente se quiere decir
Cuando hablamos con los demás, por supuesto, estamos tratando de expresar un significado particular, un significado que queremos que el oyente entienda. Lo mismo ocurre cuando Jesús habla en el Curso. Él está tratando de transmitir un significado específico, que quiere que entendamos.
Creo que hay un grado de negación colectiva sobre esto. A menudo nos decimos a nosotros mismos que el Curso está destinado a estar abierto a la interpretación de cada persona, que significa lo que se siente bien para cada uno de nosotros. Pero no es así como funciona la comunicación, y no es así como el Curso habla de sí mismo. Una de las secciones del Capítulo 3 se describe a sí mismo como “no abierto a más de una interpretación” (C&A T-3.IV.7:2), y esta actitud se refleja en todo el Curso. Además, como vimos anteriormente, al Curso le preocupa mucho que interpretemos mal sus palabras. Lo que nos lleva de vuelta a donde empezamos: Jesús está transmitiendo un significado específico que quiere que entendamos.
Nuestro objetivo en el Círculo, entonces, es acercarnos a la interpretación de las palabras de Jesús con el mayor cuidado y respeto, como si estuviéramos entrando en un templo sagrado. Hay un significado particular allí, y nuestro objetivo es descubrirlo, tan completa y exactamente como sea posible. Esto implica un intenso trabajo y una metodología detallada, pero fundamentalmente no es diferente de escuchar cuidadosamente lo que la persona que está frente a usted está diciendo.
Sin embargo, si vamos a descubrir lo que Jesús quería decir, hay una cosa más que tenemos que hacer. Necesitamos dejar de lado nuestras expectativas, lo que creemos que el Curso debería decir y lo que queremos que diga. Tenemos que considerar la posibilidad de que nuestros preconceptos puedan estar equivocados y que nuestros deseos nos puedan desviar. ¿De qué otra manera podemos estar verdaderamente abiertos a lo que Jesús está tratando de decir?
Hablando por mí mismo, trato de llevar esta apertura a cada frase y párrafo y sección que estudio. Debo estar abierto a la idea de que lo que vi antes era incorrecto, y debo estar seguro de que lo que vi antes estaba incompleto. Sin esas suposiciones, ¿cómo podría crecer mi comprensión? Sin embargo, con esas suposiciones, mi comprensión del Curso se somete a un constante crecimiento y revisión. El crecimiento proviene de la investigación de nuevos temas y de entender mejor los temas y secciones familiares. La revisión está principalmente en las cosas pequeñas, pero a veces en las grandes. En los últimos años, por ejemplo, he pasado por una gran revisión en mi comprensión del tiempo.
Si vamos a contactar con lo que Jesús quería decir, esta es la forma en que tenemos que hacerlo. Tenemos que trabajar duro en la interpretación exacta, y tenemos que considerar activamente que lo que hemos creído podría estar equivocado.
2. Centrándonos en pasajes específicos, no en generalidades amplias
El enfoque basado en fórmulas que describí anteriormente se basa en generalidades. En mi experiencia, los estudiantes y profesores del Curso hablan mayormente de generalidades, y todos tienen sus favoritos. Y cuando surgen preguntas, consultamos esas mismas generalidades en vez de al propio Curso. Por ejemplo, varios profesores me han dicho a lo largo de los años que una relación santa no puede consistir de dos personas porque eso iría en contra de algún principio general del Curso. Pero hay seis capítulos sobre las relaciones santas en el Texto. ¿No deberíamos abrir el libro y ver lo que dicen?
Nuestro enfoque en el Círculo es enfocarnos primero y principalmente en la pequeña escala. ¿Qué dice Jesús en este pasaje clave o en esta sección relevante? Y luego, sólo a medida que excavamos esos sitios específicos, cuidadosamente extrapolamos principios más generales de allí. El problema de saltar inmediatamente a los principios generales es que cuanto más generales somos, más subjetivos somos. Con cada nivel que nos alejamos de las palabras de la página, hay más riesgo de que se introduzcan nuestras propias distorsiones. Necesitamos llegar a las generalidades – son cruciales – pero tenemos que hacerlo con mucho cuidado, asegurándonos de que reflejan con precisión las pruebas sobre el terreno.
A menudo, siento que los estudiantes y profesores del Curso se sobrevuelan por encima del Curso, utilizando vagas generalidades, pero rara vez aterrizan en las páginas. Nuestro enfoque en el Círculo es menos como un sobrevuelo y más como una expedición minera. Hay un tesoro en el Curso, un tesoro como el mundo nunca ha visto, pero este tesoro no puede ser obtenido volando sobre el Curso. Hay que extraerlo; hay que excavar en las palabras.
Cuando oímos hablar de usar herramientas académicas para extraer las palabras exactas del Curso, naturalmente esperamos que esto nos lleve a áridos análisis de abstrusos conceptos metafísicos. El método del sobrevuelo parece más atractivo, ya que asumimos que nos da más espacio para hacer el Curso práctico, relevante y emocionalmente resonante. Sin embargo, en mi experiencia, el caso es exactamente lo contrario. A través del enfoque de la minería, el Curso cobra vida con practicidad. De repente brilla con la comprensión en nuestras mentes y vidas. Su belleza se hace más visible; su habilidad para movernos es más poderosa. Como dije antes, el enfoque de la minería es lo que extrae el tesoro.
¿Cuál es la imagen resultante del Curso?
El enfoque que acabo de esbozar da como resultado una imagen dramáticamente diferente de Un Curso de Milagros. No puedo enfatizar esto lo suficiente. No sólo produce diferentes puntos de vista sobre una larga lista de enseñanzas importantes, sino que también produce una comprensión diferente de la naturaleza básica y el carácter del propio Curso. Intentaré esbozar esa imagen diferente en forma de seis puntos.
1. En lugar de tratarse de unos pocos temas simples, el Curso es un océano de sabiduría. Es increíblemente rico y variado.
Aunque normalmente hablamos del Curso en términos de un puñado de temas simples, el Curso en sí mismo es lo opuesto a eso. Hay una riqueza invisible de significado en cada frase. A menudo he dicho que no podría extraer adecuadamente el significado de una sección en particular sin escribir un pequeño libro. Una razón para esto es que hay tantos temas entrelazados entre sí en cada sección. Si, por ejemplo, cuentas cuántos temas hay en una sección de texto determinada (un tema se define como un término clave que se repite en la sección), verás que hay alrededor de cincuenta, ¡sólo en esa sección! Están ahí; sólo que no los vemos. Si hay cincuenta temas en una sección, imagina cuántos hay en todo el Curso. El Curso es verdaderamente oceánico. Está más allá de la capacidad de la mente humana para concebir o abarcar. Es lo opuesto a nuestras simples fórmulas.
2. El Curso dice constantemente cosas que van en contra de la esencia de la sabiduría convencional del Curso y del pensamiento espiritual contemporáneo.
Es difícil exagerar cuán diferentes son las enseñanzas del Curso de lo que solemos pensar. Tendemos a asumir que enseña exactamente lo que los profesores y estudiantes del Curso dicen que enseña. Pero no es así. Hace unos años, escribí un artículo sobre lo que yo llamo “el saber popular del Curso”, ideas que los estudiantes del Curso repiten tan a menudo que todos asumimos que se encuentran en el propio Curso, cuando en realidad no lo están. Mi lista consistía en cincuenta puntos, incluyendo ideas tan familiares como “El Curso es un curso de autoestudio”, “Dios es impersonal”, “El Curso no es sobre el comportamiento” y “El milagro es sólo un cambio de percepción”. Si puedes encontrar apoyo para estas ideas en el Curso, te ganas un premio; yo nunca he podido encontrarlo.
También tendemos a asumir que el Curso está enseñando las mismas cosas que leemos en las enseñanzas espirituales contemporáneas, como las de Eckhart Tolle o Adyashanti. Pero de nuevo, no es lo que enseña. A pesar de tener muchos puntos importantes que concuerdan con las enseñanzas espirituales contemporáneas, en muchos temas básicos, el Curso sigue su propio camino.
3. El Curso ya es práctico. No necesitamos hacerlo práctico.
Todos sabemos que el Curso está lleno de ideas sorprendentes, pero luego nos preguntamos cómo aplicarlas. Buscando cómo hacer el Curso práctico, recurrimos a cualquier número de enseñanzas y métodos externos, o ideamos nuestras propias maneras de aplicarlo. Sin embargo, todo esto representa un malentendido fundamental del Curso, el cual dice que “es con lo práctico con lo que este curso está más preocupado” (C&A M-29.5:7[4]). El Curso proporciona una instrucción extensa y explícita sobre cómo practicar sus ideas. De hecho, tiene un volumen entero dedicado a esto: el Libro de Ejercicios. Y también hay frecuentes instrucciones prácticas en el Texto. El Curso es muy consciente de que no creemos que sea práctico, pero afirma – tal vez con alguna razón – que esto se debe solamente a que no hacemos las cosas prácticas que nos dice que hagamos:
Puedes quejarte de que este curso no es lo suficientemente específico para poderlo entender y aplicar. Sin embargo, ha sido muy específico, y no has hecho lo que específicamente propugna. Este no es un curso de especulación teórica, sino de aplicación práctica. (C&A T-11.IX.4:1-3)
4. Es un verdadero curso.
El Curso no es sólo el mismo mensaje simple repetido sin cesar. Es realmente un curso que busca guiarnos a través de un proceso educativo. El Texto es como una serie de conferencias en un curso universitario, donde cada “conferencia” (sección) presenta nuevas ideas que construyen sobre lo que ha pasado antes. El Libro de Ejercicios, a pesar de cómo se trata a menudo, no es un Texto más corto. Su principal propósito no es la enseñanza sino la práctica. Nos guía lentamente hacia una sofisticada estructura de práctica espiritual en la que debemos vivir interiormente por el resto de nuestros días. El Manual para Profesores no es sólo una recopilación de preguntas frecuentes; es un manual real para profesores, destinado a guiar a los profesores de Un Curso de Milagros mientras avanzan en su camino personal y enseñan a los nuevos estudiantes del Curso. No hemos entendido la verdadera naturaleza de ninguno de los volúmenes del Curso, por lo que no hemos entendido que realmente es un curso.
5. Es un camino espiritual, no sólo una enseñanza.
Típicamente pensamos en el Curso como una enseñanza, un sistema de pensamiento. Pero él siempre se refiere a sí mismo como un curso; no una enseñanza espiritual, sino un camino espiritual. Como tal, para aquellos cuyo camino es este, está destinado a ser tanto a largo plazo como exclusivo. A largo plazo, porque su camino no te lleva a su elevada meta de la noche a la mañana. Exclusivo, porque un camino es una ruta particular hacia un destino. Incluso si otros caminos llegan al mismo destino, son diferentes maneras de llegar allí. No se puede caminar por dos caminos a la vez. Por eso el Curso dice: “No aprovechas el curso si te empeñas en utilizar medios que le han resultado muy útiles a otros, y descuidas lo que se estableció para ti” (C&A T-22.VII.8:1).
Para poder progresar realmente en este camino, tenemos que someternos a un entrenamiento. Como Jesús dijo al principio, “Este curso es un curso de entrenamiento mental” (C&A T-3.I.1:2). Por lo tanto, debemos hacer algo más que aprender y discutir las ideas (por muy crucial que sea); también debemos someternos al entrenamiento. Un Curso de Milagros es más que un libro para leer; es un camino para caminar.
6. Es una forma de vida.
Sólo recientemente he empezado a llamar al Curso una forma de vida, sin embargo, cuando piensas en la medida en que el Curso quiere gobernar nuestras vidas, creo que el término es perfectamente apropiado. Una vez que entramos de lleno en su camino, nos levantamos por la mañana, leemos nuestras escrituras (Un Curso de Milagros), y usamos la meditación para establecer nuestro día en un estado de paz. Luego hacemos una pausa por unos momentos cada hora para renovar nuestra paz. Reforzamos aún más esa paz repitiendo un pensamiento espiritual durante la hora. Repetimos ese mismo pensamiento para restablecer nuestra paz siempre que se haya perturbado. Y terminamos nuestro día de paz pasando un último tiempo de tranquilidad con Dios.
Esta forma diferente de conducir nuestra vida interior se convierte en una forma diferente de conducir nuestra vida exterior. A lo largo del día, acudimos al Espíritu Santo para que nos guíe incluso en decisiones aparentemente pequeñas. Esa guía nos dice que dediquemos nuestro comportamiento no a conseguir para nosotros mismos, sino a dar milagros (expresiones de amor) a otros. A medida que crecemos en esta forma de vida, nuestros días están llenos de encuentros sagrados. Lentamente nos unimos a otros en relaciones santas, en las que ambos individuos se unen en un propósito común. A través de todo esto, descubrimos gradualmente nuestra función especial – nuestro propósito de vida – a través de la cual hacemos nuestra contribución única a la salvación del mundo.
Es cierto que esta forma de vida tiene pocos requisitos externos. Sin embargo, una “forma de vida” es simplemente “la manera en que una persona vive” (Diccionario de Cambridge). Si hay una forma que, a través de varias prácticas y hábitos, gobierna su vida mental, su comportamiento, sus decisiones, sus relaciones, y su propósito, ¿qué otra cosa podría llamarse sino una forma de vida? Un Curso de Milagros, entonces, es de hecho una forma de vida.
Este es el Curso que el mundo necesita
Me doy cuenta de que esto suena desalentador. ¿Un océano de sabiduría? ¿Una forma de vida? Esto es más de lo que esperábamos. En una cultura de soluciones fáciles en la que todo el mundo nos vende una transformación total en cinco minutos, eso es lo que queremos. Sin embargo, eso no es lo que necesitamos. El verdadero trabajo de transformación es un asunto multifacético, de toda la vida. Para este trabajo, no necesitamos una pequeña bañera cuya agua nunca se cambia. Necesitamos un océano sin fondo de gran profundidad, poder y majestad, en cuyas aguas podamos nadar y explorar sin cesar, y cuya abundancia pueda sostenernos para siempre.
Si este es el Curso de Milagros que necesitamos, también es el que el mundo necesita. Seguramente es ahí donde el Curso se dirige, hacia el mundo. ¿Realmente creemos que Jesús dictaría más de mil páginas de sabiduría innovadora sólo para unos pocos? ¿Cómo puede ser que el hombre que transformó la civilización occidental no tenga su ojo puesto en el mundo entero?
Jesús se dirigió a esta pregunta en la guía que Helen Schucman recibió el 31 de diciembre de 1975 (la misma guía que Emily Bennington citó al principio de su artículo[2]). Refiriéndose al Curso, dijo, “Crecerá desde la infancia hasta convertirse en un ayudante del mundo”. Dijo que él será el que guiará este proceso: “Dirigiré su crecimiento”. Pero la clave de este crecimiento, dijo, es que la vida del Curso se desarrolle puramente, sin “malentendidos ni malas interpretaciones”. Está destinado al mundo, pero debe llegar al mundo en su verdadera forma. Para llegar a todas las orillas, debe hacerlo como el océano que realmente es.
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[1] Wapnick, Ken. Ausencia de Felicidad. La historia de Helen Schucman la escriba de Un Curso de Milagros, México D.F.:Prana-El grano de mostaza, 2011.
[2] Véase Bennington, Emily. “From the Paper on Which It Was Written into the Hearts for Which It Was Intended: An Update on the Circle’s Visioning Process and Where We Go From Here”, A Better Way, 142, 2020, pp. 5-7.
Traducción de artículo "The Circle’s Approach to a Course in Miracles", A Better Way, 142, 2020, pp. 8-15. Traducción al español por Miguel Carrera Troyano y revisión de traducción por Sandra Rocafort.
[Nota: Las citas que se incluyen de la edición Completa y Anotada (C&A) publicada por el Circle of Atonement en 2017 en base a las notas manuscritas de Helen Schucman, de la cual solo se dispone una traducción parcial por los momentos.]